lunes, 20 de agosto de 2018

Cineminuto: La muerte de la justicia

miércoles, 8 de agosto de 2018

Necroderecho y Estado de Excepción con el Dr. José Ramón Narváez

miércoles, 20 de junio de 2018

El fin de la era de los Derechos Humanos




Era de esperarse. Los derechos humanos nacieron ante la imposibilidad de occidente de respetar la diferencia y la libertad. Nacieron en el contexto de un proyecto capitalista que impulsaba el consumismo a su vez basado en un individualismo exacerbado. Por ello el doble discurso desde el inicio, porque las libertades de unos son la esclavitud para otros. Pero funcionaba bien como mercadotecnia: tenga estos o tales derechos a cambio de su apatía y un poco de sus libertades. Luego la industria del miedo y la desconfianza afianzó el proyectos, Estados enteros volcados en la producción de derecho, una empresa que da muchos dividendos a los creadores de discursos. Las redes sociales vinieron a incrementar el engaño, el nivel de apatía entró en su fase más aberrante, pero la gente tenía la sensación de estarse ocupando del asunto por darle like o compartirlo en su muro. 

Para quien gusta del cine o de la construcción de ficciones esto puede ser muy claro, la cuestión está en la narrativa, en mantener la expectación, en no revelar el final jamás. Los derechos humanos, sus precuelas y sus secuelas, el universo de los derechos humanos, con tantos spin offs disponibles. Legiones de fanáticos que viven de ello, innumerables productos que adquirir incluso en línea.  

Pero las cosas no cuadraron desde el inicio. El fracaso del Estado de Derecho, llevo a una nueva versión del mismo. Cumplir las leyes para respetar los derechos se dijo en 1942 y se repite en 2018. Siempre fue así, los derechos de quien tuviera la sartén por el mango, ah, y claro, guardar las formas. Por eso cuando algún gobierno no guarda las formas, todos nos escandalizamos pero en el fondo no sabemos qué hacer porque al final también somo fans de la saga, nos engañábamos pensando que así era el mundo y así seguiría siendo al salir de la sala de cine. Esas imágenes horrorizan pero al menos no somos nosotros. Se trata de un desdoblamiento, de la sofisticación más refinada y odiosa de la hipocresía y la apatía. 

La era de los derechos humanos, fue una era gloriosa que habrá que recordar, pero ha terminado porque se agotó, ya no hay más que agregarle a la franquicia, quizá en algunas décadas volvamos con nostalgia a hacer un remake, pero ahora toca incorporar una nueva narrativa más realista y combativa que empiece por el respeto a los demás. 

La cuestión es muy sencilla: y tú ¿qué vas a hacer? 

martes, 20 de marzo de 2018

Federico García Lorca y el Derecho




A la profesora Josefa Ruíz Resa


Hace 120 años nació Federico García Lorca en el municipio de Fuente Vaqueros, Granada. Fue fusilado el 19 de agosto de 1936, y hasta la fecha sus restos no han sido localizados.

García Lorca se matriculó en la facultad de derecho de Granada en 1915, aunque después abandonó la carrera para trasladarse a Madrid. En el exilio neoyorkino se casó con Laura hija de su profesor de Derecho Político Comparado, Fernando de los Ríos.

Más bien se le conoce como poeta, dramaturgo y prosista; ligado a la cultura popular andaluza, perteneciente a la "Generación del 27".

En América Latina visitó Argentina y Uruguay y recibió ofrecimiento de asilo político por parte de México, él mismo se decía ciudadano del mundo:

Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política (1)
Las autoridades franquistas lo hicieron desaparecer en 1936, después de arrestarlo y mantenerlo confinado en el edificio que hoy funde como facultad de derecho de la Universidad de Granada. En 1965 un informe policíaco refería que su detención se debía entre otras cosas a su socialismo, amistad con Fernando de los Ríos "masón, perteneciente a la logia 'Alhambra', en la que adoptó el nombre simbólico de 'Homero'", además tiene «prácticas de homosexualismo y aberración" (2)

Antonio Machado escribió en 1937 "El crimen fue en Granada" en honor de García Lorca y para generar memoria por la desaparición de su colega.

A raíz del viaje a Estados Unidos, García Lorca se interesó particularmente por la explotación que sufrían los afroamericanos, muy similar a la que sufrían los gitanos en su amada Andalucía. 

En Poemas en prosa «Degollación de los Inocentes» encontramos claras referencias al aborto.

La casa de Bernarda de Alba trata el tema de la represión femenina y la intolerancia.

Su obra El Proceso a Mariana Pineda, trata sobre el juicio de una granadina de 26 años que murió por condena de muerte en la guerra, defendiendo la causa liberal en el siglo XIX al bordar una bandera para los conspiradores liberales contra el absolutismo. La obra tuvo una adaptación a la televisión en los años 80, protagonizada por la mítica Pepa Flores, también andaluza y quien sufriera violencia de género desde niña.

Hasta aquí unos pequeños esbozos de lo trascendente que podría resultar analizar la vida y obra del poeta maldito a la luz del derecho, aún queda mucho en el tintero, pero queríamos rendir un pequeño homenaje, planteando algunas posibles relaciones entre el derecho y la obra del escritor andaluz. Claro está que además quedaría todo un mundo por explorar sobre el folklore gitano presente en la obra lorquiana y su relación con el derecho. (3)

(1) Ápud Salvador Rodríguez, "La última entrevista a García Lorca" , en: laopinioncoruna.es, 3 de enero de 2010.
(2) Federico García Lorca, De Nueva York a Fuente Grande (1929-1936), Ian Gibson. Grijalbo, Barcelona, 1987. vol. II, pág. 476.
(3) Cfr. El cante por el derecho, José Calvo González, Ayuntamiento de Málaga, Málaga, 2003.

martes, 6 de febrero de 2018

viernes, 19 de enero de 2018

Filosofía e Indigencia



Hay una idea distorsionada que relaciona a la filosofía con un ejercicio sofisticado, que en cualquier caso no podría realizarse desde la pobreza; el llamado ocio académico supondría bonanza económica, dejar de preocuparse por el sustento para poder pensar. Como si el pobre no pensara y el rico tuviera mayores insumos para hacerlo de mejor modo. A lo largo de la historia diversas corrientes filosóficas han demostrado que también desde la pobreza se puede pensar, incluso mejor. Pero el punto que quiero tratar ahora es una posible instrumentalización de la pobreza, más allá de una sincera preocupación no sólo por el tema, sino por las personas pobres en sí mismas, como seres humanos que requieren de la intervención de otros seres humanos que tendiendo una mejor solvencia pueden ayudarlos solidariamente, o al menos podrían poner su trabajo intelectual al servicio de esta causa, en el entendido que quizá quien más necesite de un rescate sea el propio intelectual, y justo aquí es en dónde se torna complejo el argumento, pues ¿qué tan egoísta es la necesidad de ayudar para demostrar a los demás que se es solidario? Se busca la condescendencia e incluso la tranquilidad de conciencia en la ayuda a los demás.

En cualquier modo es mejor tener la intención que no tenerla, se trata de una conciencia social, que supone un bagaje previo de reflexiones, una filosofía particular.
Pero no todo lo que lleva el apellido social lo es, y esto lo ha aprendido muy bien una derecha neoliberal que se siente cómoda descalificando a aquellos con compromiso social argumentando que instrumentalizan a la pobreza, cuando en realidad son ellos mismos los que lo han hecho siempre, es algo así como dice el dicho popular que “el león cree que todos son de su misma condición”. 
Hay una indigencia real, hay un sector en nuestros países latinoamericanos que come una vez cada tercer día, y en gran medida este fenómeno se intensifica por la falta de conciencia social del resto de la población, la brecha abierta por la desigualdad puede ser mayor si el tema se banaliza o nos acostumbramos a su instrumentalización.

El derecho contemporáneo se fabrica muchas veces de la mano de programas de gobierno y políticas públicas que buscan más que incidir en el eliminar la brecha, generar una propaganda idónea que justifique los grandes gastos con cargo al erario público, la mercadotecnia del derecho es una realidad ligada a un discurso basado en buenas intenciones. Seguramente el programa o política que abandere derechos humanos venderá mejor que otro que no lo lleve. Esto que podríamos llamar doble discurso o currículo oculto, por eso una filosofía desde y para la indigencia supone una ética, un examen constante para descubrir si la intención sigue siendo diáfana y sincera. Y es que detrás del paternalismo y el populismo, se esconde una actitud de control y dominación, el que ayuda o dice ayudar puede fácilmente entenderse en un contexto de supra a subordinación y aprovecharse de tal condición. Por ello es muy importante fomentar una ética de la otredad, una visión de la diversidad.

Saberes como la antropología y la etnología han lidiado con este problema epistémico desde hace ya mucho tiempo. El peligro de generar un turismo de la indigencia, un folclore de la pobreza está a la orden del día. Nuestro pasado indígena, y una población indígena indigente, lleva muchas veces a instrumentalizar a un gran sector de nuestras sociedades. 

Muchas campañas políticas utilizan al pobre y al indígena como un elemento retórico para alcanzar al electorado. Es justo aquí donde la filosofía desde y para la indigencia debería denunciar estos abusos, el hecho de consentirlos nos hace cómplices de ese sistema perverso que mediatiza la pobreza, pero no tiene ninguna intención de erradicarla porque en el fondo sabe que ese es el mejor mecanismo de control político.

miércoles, 10 de enero de 2018

Etnoderecho y Etnojusticia



La homogeneización que produce el capitalismo feroz y desbordante, cuya misión es despersonalizar, nos ha disgregado, nos ha desunido con la firme intención de aislarnos. La etnología como ciencia de la diversidad cultural ha intentado dar algunos elementos para detener esta caída en picada, una postura etnológica permitiría encontrar claves de lectura para una vida colectiva distinta.

Muchas comunidades hoy en día resisten los procesos globalizadores y extractivos con valentía y fortaleza, sus saberes ancestrales están en peligro y con ello la posibilidad de poder sobrevivir a la sobre explotación que depreda a la tierra y sus especies. 

El derecho como saber humano, que en un correcto ejercicio puede llevar a generar reglas y principios de convivencia y plantear medios de solución de controversias, subsiste en formas inimaginables en estas comunidades, más aún, ha tenido desarrollos particularísimos que lo han llevado a ser eficaz y duradero, sin necesidad de reformas, grandes edificios o costosos presupuestos, es más, sin facultades que lo enseñen.

El etnoderecho defendería en su caso en primer lugar la diversidad de culturas jurídicas, la pluralidad en las maneras de entender el derecho; pero de manera inmediata, en un segundo término, el etnoderecho estudiaría estas formas y encontraría los mecanismos para incorporar figuras etnojurídicas que hayan sido de utilidad de una o algunas determinadas comunidades; supone un ejercicio comparativo singular, en el cual el observador debería tener apertura de criterio, pero sobre todo de espíritu. Supondría superar las viejas taras de la ciencia jurídica tradicional y migrar hacia un derecho más vivo.

La etnojusticia estaría al lado para apoyar con sus diferentes prácticas compositivas, pero además como una cosmovisión que implicaría involucrarse en los elementos fundacionales de la propia comunidad, bajo un ejercicio de memoria colectiva que genera identidad, fortalece los lazos comunitarios y promueve las buenas acciones en favor de los demás. 

Parece la única vía transitable para terminar con sistemas de justicia clientelares como los nuestros donde sólo obtienen buenos resultados los que tienen poder económico o político.

También parece la única vía posible para sanar a nuestras sociedades enfermas, llenas de podredumbre como la pobreza, la corrupción, el despojo, la violencia, el hambre.

Texto en formación y que será parte del libro: Teoría (in)frarreal de la (in)justicia 
José Ramón Narváez Hernández